Hace unas semanas que murió Vicenta y la enterré cerca de donde vivo en la montaña. Aquí en Málaga el terreno es un poco duro y rocoso, pero buscando bien y con una buena pala se puede hacer una tumba bonita. La enterré debajo de unos pimpollos de pino en una parte de la montaña que todavía no tiene rastro humano, ni escombros, ni papeles ni nada que indique que la gente pase por allí.
No sé, yo al menos en mi caso a un animal tan pequeño y que ha pasado tanto tiempo conmigo soy incapaz de tirarlo a la basura, y los servicios de incineración pueden llegar a ser un poco caros, así que yo prefiero enterrarlos, me parece más personal y menos frío que las otras opciones.